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La economía española durante la dictadura de Primo de Rivera se caracterizó por el intervencionismo y las inversiones públicas que ayudado de la situación favorable de los años 20 permitieron crear un clima de prosperidad. Este nacionalísimo económico se hizo posible a través del Consejo Económico Nacional que era el responsable de fijar la política económica. Mediante su actuación se fomentó la producción, sobre todo de los sectores considerados como estratégicos: minería, transportes, siderurgia y naval. Se protegió el mercado aplicando una política proteccionista y el Estado invirtió directamente con la financiación de obras públicas, como carreteras, pantanos y ferrocarriles.